- Favorece el equilibrio de la flora intestinal
- Tratamiento eficaz de diferentes tipos de diarrea
- Acción probiótica preventiva
- Eficacia clínicamente probada en diversas enfermedades inflamatorias crónicas
- Reduce la inflamación intestinal
Yamamoto® Research Saccharomyces Boulardii es un complemento alimenticio de probióticos que favorece el equilibrio de la flora intestinal. El producto proporciona 6.000 millones de unidades formadoras de colonias de Saccharomyces cerevisiae var. boulardii por dosis diaria.
Saccharomyces boulardii es una levadura probiótica no patógena, que ejerce un efecto constrictor directo sobre muchos patógenos que se utiliza en Europa desde hace décadas en el tratamiento de diferentes tipos de diarrea. Se utiliza habitualmente en el ámbito médico para prevenir la diarrea asociada a la terapia con antibióticos o la alimentación nasogástrica, así como para el tratamiento de la diarrea aguda en adultos y niños o la asociada a Clostridium difficile e incluso la diarrea crónica en pacientes con infección por VIH. Entre los probióticos "no bacterianos", la única eficacia real confirmada desde hace tiempo es Saccharomyces boulardii ("Sb"), siendo la única especie de levadura "terapéutica" cuyo beneficio como probiótico ha sido demostrado en la literatura (véase el estudio "Marchand y Vandenplas", 2000). Hasta la fecha, se han publicado más de 40 estudios clínicos y más de 40 estudios farmacológicos sobre esta preciada Saccharomyces boulardii (McFarland, 2010), y gracias a esta disponibilidad de pruebas clínicas, esta levadura terapéutica está recomendada por la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátricas (ESPGHAN) para el tratamiento de todos los tipos de diarrea aguda en niños (Guarino et al, 2014).
El Saccharomyces boulardii es una levadura tropical salvaje descubierta en Indochina en 1923 por el científico francés Henri Boulard, quien consiguió aislarla de la cáscara de varias frutas tropicales (lichi y mangostán) tras comprobar que los indígenas utilizaban la cáscara de estas frutas tropicales como antidiarreicos.
Esta peculiaridad se ve favorecida porque en el ser humano, Saccharomyces boulardii no coloniza el sistema intestinal de forma permanente y ya pasados 6-7 días desde la interrupción de la administración, las células relativas dejan de ser detectables en las heces.
Al "no ser una bacteria", sus propiedades farmacocinéticas de absorción, metabolismo, distribución y eliminación son muy diferentes de las de los demás probióticos denominados "bacterianos", ya que atraviesa el intestino y no se absorbe ni se metaboliza. Una vez administrado por vía oral, resiste el medio gástrico y los ácidos biliares, llegando vivo y eficaz al intestino, sin ser absorbido alcanzando concentraciones de "estado estacionario" en 3 días, y se elimina en 5 días después de interrumpir el tratamiento.
Una característica muy importante, por la que se ha utilizado durante tanto tiempo en el ámbito clínico, es su resistencia a los antibióticos. Saccharomyces B. no es desactivado por los antibióticos y, por tanto, puede tomarse al mismo tiempo, mientras que las bacterias casi siempre mueren (Graff et al, 2008). De hecho, esta es la razón por la que se utiliza tan comúnmente junto con las terapias antibióticas para prevenir la diarrea que provocan. Otra característica interesante que diferencia a esta levadura de sus otros "colegas probióticos" bacterianos es su superficie, unas 10 veces mayor que la de las bacterias. Esto implica algunas actividades específicas, como la competencia de los sustratos, y una especie de "efecto imán" contra los patógenos (Billoo et al, 2006, McFarland 2010).
La eficacia clínica de Saccharomyces boulardii se ha evaluado en varios tipos de enfermedades agudas, empezando por la diarrea por antibióticos, las infecciones por Clostridium difficile, la infección por Helicobacter pylori, la diarrea aguda en adultos y niños (donde encuentra una amplia aplicación), la diarrea relacionada con la nutrición enteral, la molesta diarrea que sufren los viajeros, la infección por Vibrio cholerae, la disentería amebiana y otras infecciones diversas. Además, la eficacia clínica de Saccharomyces boulardii se ha evaluado en varios tipos de enfermedades inflamatorias crónicas, incluidas algunas muy graves como la enfermedad de Crohn, el síndrome del intestino irritable más "común", la colitis ulcerosa, la giardiasis, la colitis amebiana e incluso en la diarrea asociada al VIH.
Sin embargo, es un hecho que tanto en niños como en adultos, la diarrea suele ser un problema de aparición bastante repentina y con una duración que oscila entre unos pocos días y varias semanas. Su gravedad depende entonces de su etiología, que puede ser una contaminación alimentaria, una intoxicación, una infección bacteriana o, más comúnmente, una infección vírica (como la gastroenteritis "estacional") o parasitaria. También en estos casos se realizaron algunos de los diferentes estudios disponibles para evaluar el efecto de Saccharomyces boulardii en el tratamiento de la diarrea aguda, donde se confirma la eficacia de Saccharomyces boulardii en particular en casos de gastroenteritis aguda en niños, donde los resultados sugieren que el tratamiento refuerza la respuesta inmunitaria de forma significativa. Los estudios también han demostrado que Saccharomyces boulardii, como tratamiento coadyuvante de los solutos de rehidratación, reduce la duración de la diarrea, acelerando la recuperación y reduciendo el riesgo de diarrea prolongada. Numerosos estudios indican que la levadura Saccharomyces Boulardii interactúa con numerosos mecanismos moleculares asociados a la inflamación intestinal, favoreciendo la reducción de la inflamación típica de la colitis, incluidos los daños histológicos, además de la diarrea y en la mucosa intestinal. Disminuye los niveles de diversos mediadores proinflamatorios IL-1ß, IL-6, TNF-a e iNOS, promoviendo la secreción de la citocina antiinflamatoria IL-10. Además, Saccharomyces boulardii también reduce la colonización del intestino por Candida albicans.
La eficacia de Saccharomyces boulardii aumenta cuando se administra dentro de las primeras 48 horas tras el inicio de la enfermedad, con una duración de uso que oscila entre 7 días y 6 meses tomado como tratamiento único o como terapia adyuvante adicional por supuesto dependiendo de la patología (McFarland 2010).